sábado, 30 de abril de 2011

Un niño para recordar

Era el año 1998, dia 14 de febrero, yo me encontraba en Pimentel. Se veía un cielo totalmente nublado, pero por la mañana había hecho un fuerte sol, tan fuerte que sofocaba hasta cerca del mar donde me encontraba. Subí al segundo piso donde vivía con mi familia. Mi niño menor tenía 1 año de edad, y las dos niñas 3 y 4 respectivamente.
Eran las 4 de la tarde de este día, y empezó una leve lluvia, que cayó por el patio de mi segundo piso, y cada vez la intensidad fué aumentando. Para ello ya se escuchaba que en Piura y Tumbes las lluvias torrenciales habían arrasado con siembras de arroz, y algunas viviendas habían colapsado por estas precipitaciones. Gracias a Dios decíamos en Lambayeque la cosa no marchaba tan mal, y podíamos respirar de tan grave estado de clima.
Llegó las 5 de la tarde y fué entonces cuando comenzó la lluvia de una manera dilúvica, que ya hacía presagiar que esto no se detendría hasta quien sabe que hora. Talvez presentíamos que no iba a ser leve, porque no podíamos asomar la cabeza por la ventana ni acercarnos por las escaleras, por el temor a resbalar. Pero la intensidad de la lluvia que se daba en esos momentos era cada vez más intensa. El cielo se cerró en nubes, y del techo comenzó a escurrir más agua de lo que habíamos visto alguna vez. El tiempo pasaba y el diluvio era cada vez mayor, o así me hacía suponer.
Pasaron horas de horas, y la lluvia no detenía su fuerza, por el contrario sentíamos que cada vez era mayor, tan mayor que a pesar de ser la casa de material noble, las goteras comenzaron a formarse ante la saturación de la losa de concreto. Y fué entonces que el agua comenzó a caer hacia adentro, y luego hacia abajo del primer piso.