domingo, 18 de marzo de 2012

ÉPOCAS SAGRADAS

Las tradiciones ferreñafanas tienen mucho de especiales, asi como la semana santa en la que los pobladores la respetaban. 
Llegaba la fecha santa y había un instante de meditación muy profunda. Dentro del seno familiar se dejaba de comer todo lo que era carne roja, no se podía bañar, no se pronunciaba palabras fuertes, subidas de tono o con violencia. Los mercados no se vendía carne de res, ni de otro animal, solo se vendía pescado. La música emitida era suave, de contenido clásico o religiosa.  Las emisoras radiales no transmitían programación, las televisoras pocas que habían no transmitían películas, solo el sermon de las tres horas o sermón de las siete palabras, y luego había cierre de programación. Había grupos de amigos que aprovechaban la ocasión para ir a los huaqueos o al campo donde se hacían reuniones de camaradería, sin consumo de licor.
Había un sincero respeto por el recuerdo a la pasión de Cristo. Las calles por las mañanas permanecían vacías, todo era silencio, los ruidos estaban prohibidos, era una tranquilidad y paz, a veces hasta la naturaleza se coludía a este santo día, porque el sol se ausentaba, el cielo se nublaba, o a veces la tristeza del día combinaba con las emociones del poblador.
Por las noches la procesión del cristo yaciente, o de la magdalena, se desplazaban por las calles. Recuerdo en una oportunidad que acompañé llovió durante la procesión y la devoción era profunda que acompañó hasta la llegada a la iglesia.
Me cuentan quienes vivieron de cerca esta época, que en caso de un sepelio los acompañantes solo podían ser hombres, no habían mujeres en el sepelio. Las mujeres se quedaban en casa, durante un mes no salian a la calle y se guardaba luto por un año, en caso de compras o gestiones, eran los hombres quienes salian a este menester. La misa de las tres capas, que por cierto tiempo el sacerdote durante el rezo en el sepelio iba retirando cada por capa. Se hacían 9 días de rezo, y el último día era para la bajada de manto. Una imagen sagrada reemplazaba el ataúd, y se reunía la familia, amigos y vecinos y se rezaba durante una hora pidiendo que el alma del difunto esté con Dios. Se elegía dentro de los conocidos a quien baje el manto y ésta persona pasaba a ser el compadre de la familia.
Tradiciones que poco a poco se fueron perdiendo.
Los años 70 para empezar los 80 el respeto a lo sagrado empezó una transición hacia la libertad por  estos cultos.

sábado, 30 de abril de 2011

Un niño para recordar

Era el año 1998, dia 14 de febrero, yo me encontraba en Pimentel. Se veía un cielo totalmente nublado, pero por la mañana había hecho un fuerte sol, tan fuerte que sofocaba hasta cerca del mar donde me encontraba. Subí al segundo piso donde vivía con mi familia. Mi niño menor tenía 1 año de edad, y las dos niñas 3 y 4 respectivamente.
Eran las 4 de la tarde de este día, y empezó una leve lluvia, que cayó por el patio de mi segundo piso, y cada vez la intensidad fué aumentando. Para ello ya se escuchaba que en Piura y Tumbes las lluvias torrenciales habían arrasado con siembras de arroz, y algunas viviendas habían colapsado por estas precipitaciones. Gracias a Dios decíamos en Lambayeque la cosa no marchaba tan mal, y podíamos respirar de tan grave estado de clima.
Llegó las 5 de la tarde y fué entonces cuando comenzó la lluvia de una manera dilúvica, que ya hacía presagiar que esto no se detendría hasta quien sabe que hora. Talvez presentíamos que no iba a ser leve, porque no podíamos asomar la cabeza por la ventana ni acercarnos por las escaleras, por el temor a resbalar. Pero la intensidad de la lluvia que se daba en esos momentos era cada vez más intensa. El cielo se cerró en nubes, y del techo comenzó a escurrir más agua de lo que habíamos visto alguna vez. El tiempo pasaba y el diluvio era cada vez mayor, o así me hacía suponer.
Pasaron horas de horas, y la lluvia no detenía su fuerza, por el contrario sentíamos que cada vez era mayor, tan mayor que a pesar de ser la casa de material noble, las goteras comenzaron a formarse ante la saturación de la losa de concreto. Y fué entonces que el agua comenzó a caer hacia adentro, y luego hacia abajo del primer piso.

lunes, 28 de marzo de 2011

EL CAMPO Y LA CIUDAD

Ferreñafe, con sus cuatrocientos sesentiun años de fundación o reducción indígena y sesenta años de provincia que cumple este año, tiene una historia que muchos propios y foráneos quisieran conocer. Porque dentro de la currícula educativa no está la enseñanza de la historia de su pueblo, por ello muchos estudiantes culminan su educación primaria, secundaria, y universidad, sin valorar hechos históricos de su pueblo que en la distancia y en el tiempo quisieran valorar.
Por los años sesenta que yo recuerdo, Ferreñafe estaba circulada por cuatro principales calles: la calle Tacna, la calle Santa Clara, la Calle Túpac Amaru, y la Avenida Leguia. El pavimento de las calles hacia dentro del cercado o pueblo tradicional, eran de tierra, recuerdo que las calles que rodeaban la plaza de armas tenian pavimento como la calle unión, la calle ex real, la calle bolívar, y la junín. desde la  bolivar. Existía ya el mercado central, que quedaba en la esquina Grau y Tacna. Hablar de la avenida Tacna, de antaño  era hablar de ventarrones, de tierra revoloteada, y aquellos  parroquianos que iban en el sentido de este a oeste terminaba talqueado y peinado con polvo y viento. En aquel tiempo, habia pulcritud para vestir; para salir a la calle, asi sea a la esquina hombres y mujeres se arreglaban. Mi madre mucho recuerda a mi padre, que no salía si no se echaba la glostora al cabello, y asi la camisa blanca manga larga bien almidonada y el pantalón planchadito. Pero papá salía para pueblo nuevo a ver a la abuelita, y ya se imaginan como llegaría. Frente al mercado quedaba la antigua estación de ferrocarril, todavía se apreciaba la fachada recubierta de tablas horizontales, y marcos de puerta y ventanas que le daban una belleza particular. El techo con voladizo de aproximadamente un metro tenía un detalle que adornaba la edificación, y hacia afuera una larga vereda que daba hasta la calle Mesones Muro en Pueblo Nuevo. Frente a la antigua estación estaba el Ex Parque Tumi(ahora Complejo Fernando Belaunde), que bueno se llamaba parque, pero por aquel tiempo era un "pampón" alargado, donde se apostaban los circos, que ubicaban sus carpas y lo cercaban según la magnitud de sus instalaciones. Frente al mercado tambiém estaba el Sinamos(Sistema Nacional de Movilizacion Social), en el tiempo del General Velasco. Si nos ibamos a Pueblo Nuevo, también estaba limitado por algunas calles, como la Avenida Leguia que llegaba desde Ferreñafe hasta un terreno que estaba destinado para parque en Pueblo Nuevo, y una calle más allá de la calle Casimiro Chumán, donde estaba el Colegio "Peralta"., hoy "Santo Domingo Sabio" Este colegio recuerdo era un pabellon alargado, y no estaba cercado, alli los niños podian jugar, y salir en el momento deseado. Por la Calle Juan Gil no  habia ingreso.Por la calle Miguel Pasco la calle estaba cerrada con la pared del Molino Mayacong. Pueblo Nuevo se caracterizaba porque en la periferia sus viviendas eran de caña y barro, y sus techos igualmente; mientras que en la zona vecina a Ferreñafe se podian apreciar casas con paredes de adobe.
Hacia la parte de Libertad o Santa Clara eran las últimas calles que recuerdo habían, y como un lunar estaba el Puesto Policial, que hoy es Comisaría Policía Nacional. Hacia el frente era todo campos libres, que eran de propiedad de los Padres Salesianos, y siguiendo en sentido norte, había una trocha que conducía a San Roque, y de alli a Punto 4, pero era una trocha de tierra y arbustos. Para cortar e ir a los campos de mi abuelo tomabamos el camino paralelo a la Acequia Grande, o Acequia El Pueblo, mi abuelo decía: "vayan mas cerca por el trapiche". Yo ni sabía que era eso, hasta que me enteré que era una maquina artesanal para extraer el yonque de la caña.
La politica de la gente de antes era que de la familia, los hombres iban al campo y la mujer a servir.  De familias numerosas, 8, 9, 10, 12, 14 hijos, eran otros tiempos y "no faltaba un camote", habia campos, habia comida, Y los viejos decían: ¿para que vas a estudiar si acá hay harta comida?.
Y las mujeres eran tomadas por la buenas o por las malas. Es un decir que si el padre se oponía, para ello no faltaba un caballo y a caballo eran raptadas. Podriamos decir que eran costumbres, de este pueblo, porque en todos los casos la mujer se quedaba con su raptor, y habia responsabilidad, pues luego ya la mujer regresaba con el raptor, y los padres de éste a "arreglar", no sin antes la hija raptada reciba una "buena cataneada". Asi se formaban las familias en el pueblo, y a si fué surgiendo Ferreñafe, influenciada por Chiclayo, que progresaba con grandes personajes de la época. Luego los consuegros se agarraban una "tranca" de varios días, la novia no celebraba con los consuegros ni con sus padres, ni esposo, solo atinaba a mirar por las quinchas, la alegria de su casorio.
Pero habia un respeto y disciplina tal que a pesar de casados o compromnetidos no se escapaban del rigor del padre o madre. Y en los colegios se aplicaba la ley que "la letra con sangre entra". Y existia dentro de los colegios los llamados "auxiliares", que era una especie de policía, y verdugo, quien impartia la disciplina, y el respeto, fuera de las aulas. Pues dentro los profesores hacian lo suyo, instruyendo a sus pupilos con una enseñanza que hoy no es superada, y conocimientos que para la época fueron de mucha valía.
 Alli los padres no iban a regañar y denunciar a los profesores, sino le iban a agradecer por corregirlos, y cuando los castigados llegaban a casa, alli les caia la "yapa" de sus progenitores. Hay mucho mas que decir pero lo dejo para después. Ese era el pueblo de antaño, nuestro pueblo.